Mi plan al principio era más estático. Me habría quedado con mi caravana en el mismo camping durante un mes (sobre todo en alta temporada), también para poder sacar precios de larga estancia más económicos, explorando la región y los alrededores con el coche. El camping habría sido mi «refugio base» y mi casa durante unas semanas, para después elegir otro camping y otra región para explorar. Por ejemplo, en un verano me habría gustado visitar Cantabria, Asturias y Galicia, con un máximo de dos etapas en cada región.
Poco a poco me he ido convenciendo de que ese plan habría limitado bastante mi libertad. Por ejemplo, lo de tener que volver cada día adonde tienes tu caravana, dando igual lo cansado que estés o cuánto te guste el lugar visitado. No importa si hubiera querido ver el atardecer o disfrutar de las estrellas en ese rincón tan bonito, habría tenido que volver al mismo sitio de nuevo. ¿Cómo iba a comer bien de día si estaba a dos horas de mi casita? Pues preparándome un montón de tuppers, imagino. Eso, o gastándome dinero en restaurantes.
¿Qué pasa si, sin conocer la zona, elijo mal el camping o la ubicación? En esta situación tendría que buscar sitio en otro camping, desenchufar y almacenar todo, pasar por caja, enganchar la caravana con el mover y salir del camping para hacer el check-in en el siguiente. A continuación tendría que ir a mi parcela, liberar la caravana, aparcarla y enchufar todo otra vez. A ver, se puede hacer todo, ojalá fueran esos los problemas de la vida, pero creo que al final todo esto habría acabado cansándome.
Ya os he hablado sobre las ventajas y las desventajas de una caravana. En mi opinión, la caravana es una buena solución si quieres disfrutar del camping mismo, por ejemplo con tus hijos, sin alejarte demasiado de él o por lo menos no todos los días. Es muy cómoda si quieres visitar un entorno bien definido, planeando bien todo (una ciudad, un sitio donde esquiar, una playa), pero para explorar una región que no conoces para nada, para visitar cada rincón o pueblo cómo y cuándo te apetezca, improvisando cada día el camino, no es la mejor solución.
¿Qué hacer entonces? Lo que necesitaba era algo que pudiera quedarse fuera de un camping prácticamente siempre (dicho de otra manera, con una autonomía de luz, agua y gas muy buena), que fuera suficientemente compacto como para poder conducir y aparcar más o menos en todos los lados.
Las autocaravanas
Me puse a mirar autocaravanas y leer experiencias sobre ellas en los foros. Las más compactas a menudo no tienen mucha autonomía, las más grandes sí que la tienen pero olvídate de aparcarlas donde quieras (por no hablar del precio). ¿Os habéis fijado en que esos motorhome superlargos que vemos por las autovías a menudo llevan un pequeño remolque o incluso remolcan directamente un coche? Eso es porque es casi una necesidad aparcar en un área de servicio y moverse después con algo, exactamente como con una caravana. Sin bicis, motos, Smart, Fiat 500 o cualquier otro medio de transporte pequeño (o público) es mucho más complicado visitar ciudades, pueblos, etc., con un vehículo tan grande.
Los foros están llenos también de historias de gente que ha vuelto a su vehículo después de dejarlo media hora aparcado por la calle para encontrarlo completamente vacío (incluso sin cojines) o directamente para no encontrarlo (!!!), sobre todo en la zona de la costa sur/sudeste de España y Francia. No quiero generalizar ni asustar a nadie, pero el problema es que el mismo aspecto de una autocaravana llama la atención, y más si es un motorhome caro de los grandes. La policía también hace su papel en tocar los gemelos. Muchos ayuntamientos interpretan la diferencia entre estacionar y acampar de manera creativa, ignorando la ley española, regalando multas y dolores de cabeza. Es muy difícil pasar desapercibidos con ellas.
La verdad es que las autocaravanas son vehículos espaciosos y confortables, sobre todo para una familia. Son a todos los efectos caravanas con motor. Sin embargo, yo necesitaba algo solo para dos personas y un perro, con mucha autonomía y que pasara lo más desapercibido posible para limitar los problemas de arriba. Hay muy pocos modelos así. La mayoría son para mínimo cuatro personas para viajar y dormir, y además llaman la atención desde lejos.
Las furgonetas camper, o campervan
Me puse entonces a mirar las furgonetas. No se notan tanto como una autocaravana, son más ágiles y sí que hay modelos compactos. Empecé a eliminar de la lista la mayoría de las de techo bajo o elevable (como las VW Transporter) porque no tienen espacio para almacenar todo lo que queremos llevar y (normalmente) no tienen ducha interior. Sinceramente, para un fin de semana son perfectas, pero para vivir una temporada larga dentro, yendo de una piscina pública a un gimnasio para buscar una ducha o lavándose siempre con toallitas húmedas… no lo veo.
De hecho visitamos todo el norte de España así, a lo largo de 3 meses, con nuestra furgo en versión «apañada», sin ducha ni agua caliente ni calefacción. Hemos visto más polideportivos, piscinas y gimnasios que los deportistas profesionales. Al final uno se acostumbra a buscarlos y por un precio variable entre 0 y 2,50 € (normalmente) tienes una ducha caliente con toda el agua que quieras. El proceso de búsqueda, preparación de la mochila con ropa, chanclas, toallas, jabones, etc. al final es un poco cansado, y ya os contaremos unas anécdotas sobre algunos personajes «raros» que encontramos por ahí. Se puede hacer todo, pero ¿quieres comparar esto con volver cansado a tu casita rodante y pegarte directamente una ducha calentita/refrescante en un lugar limpio y con tu propia intimidad?
Quedan entonces las furgonetas Gran Volumen (GV). Tienen el techo suficientemente alto como para estar de pie dentro, y la mayoría tiene cabina de ducha. Me convencí de que cinco metros y medio era la longitud máxima que permitía aparcar en batería en la mayoría de los sitios, a lo peor poniendo una rueda encima de la acera. En jerga técnica, necesitaba una Gran Volumen L2H2 (longitud 2 altura 2, de tres o cuatro disponibles, según marca y modelo). Ese tamaño me habría permitido visitar más o menos cualquier sitio, aparcando cerca de cualquier punto de interés. Era el mejor compromiso entre espacio vital y agilidad en la carretera.
¡Perfecto entonces! Necesito una GV para dos personas, L2H2, con un montón de autonomía, una cabina de ducha decente, una mesa grande para trabajar y una buena encimera. Ah, y que no parezca una camper desde fuera. ¡Ya lo tengo claro! El problema es que… no hay furgonetas así. O por lo menos yo no las he encontrado. La distribución clásica de una furgoneta camper no me vale, no hay espacio suficiente para que dos personas puedan trabajar cómodas como en su oficina, la cocina es pequeña, apenas puedes moverte dentro. El precio es otro problema: hablamos de 40000 euros nuevas, como mínimo. Mucho menos que un motorhome, pero aún demasiado caras para mi cartera. Las de segunda mano tampoco salen baratas, son objetos que conservan su valor a lo largo del tiempo.
Hacerse una furgoneta a medida
Fue justo en ese momento cuando me di cuenta de que había una tercera opción: camperizar una furgoneta a medida, hecha según mis necesidades. Diseñarla y apoyarme en un taller especializado para transformar el proyecto en realidad. Comprar una furgoneta de segunda mano decente como base, ahorrando así dinero también, y transformarla en una vivienda.
Así es como empezó todo. En los próximos artículos os contaré cómo he acabado diseñando una furgoneta con 185 litros de depósito de aguas limpias, 520AH de baterías, 960W de paneles solares, una nevera de 200 litros con congelador, ducha, calefacción estática por radiador, agua caliente «infinita» (hasta vaciar el depósito), microondas, una mesa de trabajo/encimera de casi 200 cm x 90 cm, una pantalla de 54 pulgadas. Todo esto en una Fiat Ducato L2H2.
Si esos datos suenan a locura, es porque lo son. No hay nada parecido en el mercado en 5,40 metros de longitud. Realizar el proyecto ha sido un camino largo y difícil lleno de contratiempos, errores, buena y mala suerte, cambios drásticos pero también muchas satisfacciones. Un camino de varios meses en los que me he gastado prácticamente todos mis ahorros y he aprendido muchísimas cosas, que quiero compartir en este blog.
Si me hubieran dicho desde el principio lo que me esperaba, igual habría buscado otra solución para no tardar tanto en salir a la calle. Pero al final he resistido, encontrando una solución para cada problema o dificultad hasta el final, también gracias a las personas que me han acompañado en esta locura de camino. Y aquí estamos en una furgoneta única, hecha a medida para nuestras necesidades, que no para de sorprender a la gente con la que nos cruzamos.
La miro y se me dibuja automáticamente una sonrisa. Estoy contento 🙂