Antes de pensar en la camperización, hay que encontrar una buena base. Es una elección importante, no solo por el lado mecánico en términos de fiabilidad y facilidad de reparación, sino también por las medidas interiores, porque afectarán directamente a la distribución de nuestra camper. El mercado es muy variado, hay furgonetas de todo tipo, tamaño y precio. Además de buscar en Internet, es una buena idea ir por concesionarios para ver en persona los vehículos y su zona de carga, fijándose en el tamaño de los pasaruedas, la forma de las paredes y la posición de sus vigas. ¡Llevad un metro!

Marca y modelo

En el artículo precedente os conté por qué elegí una Gran Volumen. Empecé entonces mirando bien en Internet las especificaciones de todas las furgonetas GV del mercado: Mercedes Sprinter, Volkswagen Crafter, Fiat Ducato, Peugeot Boxer, Citröen Jumper, Renault Master, Opel Movano, Nissan NV400, Iveco Daily, Ford Transit. Hay que tener en cuenta también el año de producción, porque las medidas normalmente cambian según la serie.

Ducato, Boxer y Jumper comparten el mismo chasis, y lo mismo hacen Master, Movano y NV400. Puede cambiar el motor y los acabados, pero esencialmente son las mismas furgonetas, en cuanto a tamaño y zona de carga. Es cuestión de gustos. Si queréis una plataforma como el Renault Master pero confiáis más en los motores Opel (y estoy con vosotros en eso), buscad una Movano.

Lo que me hizo elegir una Ducato model year 2006+ (lo mismo valdría para una Boxer o Jumper) fue el precio, su difusión (hay un mercado bastante grande, hecho que facilita la búsqueda de un buen vehículo de segunda mano) y el ancho interior de 186 cm. Son las más anchas del mercado. ¿Por qué es importante? Porque me permite poner la cama en sentido trasversal y caber sin estar encogido (mido 1,78 cm). De esa manera, aprovecho más los tres metros de largo que mide la zona de carga, que son muy pocos para todo lo que le voy a poner. Si la hubiera puesto longitudinalmente, se me habrían ido casi dos tercios del espacio disponible en una L2H2.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las medidas de ancho especificadas están tomadas entre viga y viga, no entre chapa y chapa. Eso quiere decir que es posible aprovechar unos centímetros más en los huecos entre las vigas mismas, por ejemplo posicionando una cama a la altura correcta. Hablamos de 4-7 cm por lado, dependiendo del modelo de furgoneta y del punto en el que medimos. En mi caso, ya tenía claro que quería utilizar cada uno de esos centímetros para aislar de la mejor manera posible la zona de carga.

Me atreví a pedir unos presupuestos de vehículos nuevos, pero al sumarle el coste de la camperización habría tenido que pedir una hipoteca. Así que me dediqué a buscar una de segunda mano. La cosa positiva de las furgonetas de trabajo es que están hechas para hacer muchos kilómetros, tolerar bien el maltrato y ser fácilmente reparables. Hay furgonetas con 300000 km que van sin problemas, si encuentras una que ha sido cuidada y mantenida, 100000 km no son nada. De hecho, ¡he viajado en una Sprinter con 600000 km e iba sin pestañear!

Busqué y busqué, en Milanuncios, en Segundamano (ahora Vibbo), en Autoscout24… también paraba en las empresas que alquilan furgos, en los talleres, hasta me puse a mirar las subastas. No encontraba nada apetecible, o cuando lo encontraba ya estaba vendido. Por casualidad, una amiga (¡hola Raquel!) me habló de Wallapop (quería vender unos sillones). Un día que me aburría busqué en la aplicación «Fiat Ducato», pensando: «¿cómo van a vender una furgoneta en Wallapop? Vamos, ni de c…a». Y ahí estaba, una Fiat Ducato L2H2 blanca con 95000 km, bien cuidada (¡hola Josep!).

¡Igual he encontrado mi furgoneta!

¡Igual he encontrado mi furgoneta!

Antes de comprarla, pagué un taller oficial FIAT para que la revisara bien, poniendo el vehículo encima de un puente elevador y conectando la centralita, mirando toda la mecánica y el estado del motor. Pasé también por otro taller, para hacer el test de las suspensiones traseras. Al final todo salió bien, la furgoneta estaba en buen estado, solo tenía algunas pequeñas cosas por arreglar en la chapa. «¡Me la quedo!»: fue así como, por 9000 euros y con mucha ilusión, compré mi furgoneta. Había que bautizarla… ¡Ya está! ¡Eres nuestro Bicho! 🙂

Un consejo: si acabáis de empezar vuestra búsqueda y os parece no encontrar nada, no os desaniméis. Es un proceso largo y aburrido, en el que hay que gastar tiempo y energías. Muchas páginas web de compraventa de vehículos de segunda mano permiten poner alertas automáticas por correo cuando aparece un anuncio nuevo que satisface vuestros criterios de búsqueda, usadlas. No os fijéis en una única página web, y buscad en Wallapop también. Cuando creáis haber encontrado un buen vehículo, una buena manera para quedarse más tranquilos es pedir cita en un taller oficial cercano y quedar con el dueño ahí para revisarla (si está de acuerdo). En mi opinión, el coste de una hora de taller es muy poco frente a la inversión que estáis a punto de hacer. Si salen arreglos importantes por hacer, podéis intentar rebajar el precio.

En el primer viaje del Bicho, yendo hacia casa y conduciendo con mi novia al lado, tenía una sonrisa en la cara que no se me iba. La conducción «desde lo alto» es otra cosa, se ve todo muy bien y es muy relajante. Hay que acostumbrarse un poco a la falta del espejo retrovisor central (yo al final le he puesto una cámara trasera, muy cómoda para aparcar) y a las dimensiones que, aunque no sean enormes, no son las de un utilitario. Un problema que tiene esta familia de furgonetas es también el de los ángulos muertos en el lado derecho, al incorporarse a una carretera hay que tener cuidado. Pero por lo demás el motor tiene un par muy bueno y acelera de maravilla. En llano, se puede arrancar tranquilamente en segunda marcha.

Nada más llegar a casa, me puse a mirar la zona de carga de la furgoneta. Estaba ahí, vacía, llena de polvo y con un tablero desgastado en el suelo. Parecía impaciente de transformarse en algo. Empecé a imaginar muebles, mesas, cabina de ducha… había llegado el momento de diseñar su interior.

Muchas iteraciones

No sé cuantas veces habré cambiado o ajustado la distribución de la furgoneta, durante los meses que he tardado en diseñarla. Miles. Es que soy informático y cuando empecé no tenía ni idea de lo complejo que es este mundillo. «Venga, le voy a poner cinco baterías de 100AH en paralelo, ¡a tope!», y después aprendes que conectar tres ya no es aconsejable, porque se pueden fastidiar entre ellas con el voltaje y reducir su vida útil. «Voy a poner la nevera más arriba», pero descubres que en una furgoneta las paredes no son rectas y la nevera no cabría ahí. «Pongo las baterías y los depósitos todos en el mismo lado de la furgo», pero después calculas el peso y te das cuenta de que hay un desequilibrio importante entre los dos lados que afectaría a la seguridad de la conducción.

El espacio muy reducido es otro problema. Encuentras un encastre fenomenal, pero es diez centímetros demasiado largo, y no puedes quitar esos centímetros de ningún lado. «Voy a poner agua caliente de gas», pero no encuentras sitio para la(s) bombona(s).

El gasto de energía también es un problema cuando te das cuenta de que las baterías de 100 Ah AGM en realidad son de 50 Ah, porque no deben bajar el 50% de carga nunca si no quieres que se te estropeen en pocos años. Sumas todo, y ves que tus baterías no aguantarían ese suelo radiante eléctrico para caravanas tan bonito que has encontrado, porque está hecho para ser utilizado cuando estás conectado a un enchufe.

¡Ufff! Y el precio de los materiales, y la calidad… podría continuar horas. Cuando por fin encuentras un compromiso (porque de eso se trata) que te gusta, empieza el lío de los pedidos de los materiales, la elección del contrachapado, la bomba de agua, el aislante, los focos de luz, los grifos, etc.

Con esta sección del blog intentaré ayudar a toda la gente que quiera recorrer el mismo camino, hablando de todos los problemas que he tenido, para que no los repitáis, y de todo lo que he aprendido en el proceso.

Objetivo

Por lo menos, tenía claro lo que quería desde el principio.

Quería una camper para poder vivir dentro durante meses, sin tener que visitar un camping o un área de servicio cada dos días. No habría creado un vehículo solo para escapadas de fin de semana, ni una camperización barata, a nivel de materiales. Quería intentar darle la máxima autonomía posible, sin reducir la funcionalidad, el confort y la capacidad de almacenamiento.

Quería un vehículo que pudiera aparcar donde quisiera, y que pasara desapercibido (un llamado stealth camper), que llamara muy poco la atención desde fuera, para tener menos problemas con policía y malintencionados y poder acampar con más libertad.

Quería también que aguantara el clima de los países del norte de Europa, con un aislamiento excepcional y una calefacción de bajo consumo.

Quería un espacio vital suficientemente despejado y luminoso para no encontrarme agobiado dentro de los cinco metros cuadrados de la zona de carga de la furgo, manteniendo un buen espacio para cocinar, descansar bien y trabajar junto con mi novia.

En el siguiente post os cuento todo el proceso y las principales distribuciones que se me han ocurrido, antes de llegar a la definitiva.